viernes, 28 de agosto de 2009

Más que tres ideas...

Manuel García habla de complementarse, de comunicarse, vale decir el medio (prensa) con el profesional de las relaciones públicas. Veamos pues que tiene razón en esta aseveración. Se ha hablado y debatido acerca de la dicotomía en cuanto a qué labor es más o menos importante. No es viable decir o decidir qué aspectos son los que marcan una línea fronteriza entre cual de estas dos labores se destaca más.

Tanto el relacionista como el periodista se complementan el uno al otro en el ejercicio de su trabajo. El medio necesita del relacionista para adquirir información de la entidad y el relacionista necesita de la prensa para difundir masivamente lo que está dispuesto a decir. Según Sam Black, las relaciones que tiene el profesional, de esta disciplina, no deben centrarse solo en la prensa. Para esto hay que admitir, como dije líneas arriba, que existe una cooperación mutua que será de suma importancia para la ejecución de los programas de relaciones públicas, pero las actividades a realizar no pueden centrarse en los medios masivos como la prensa porque los objetivos y finalidades de tales actividades obedecen a otros intereses.

Es así que más que una competencia entre estas dos disciplinas, existe un esfuerzo mutuo que al concretarse permite satisfacer las necesidades de cada una de las partes involucradas.

Por otro lado, al hablar de investigación no solo es conveniente dejarlo al área de periodismo o a la ciencia pura sino que todo en la vida requiere de ella. Investigamos, de manera inconsciente, todos los días de nuestra vida y ello nos permite realizar ciertas actividades con mayor rapidez y seguridad. Las relaciones públicas no escapan a ello, citaré a un experto que define a esta disciplina, en su libro Public Relations, de la siguiente manera: “Las relaciones públicas son la aplicación de todas las formas de comunicación planificadas, dentro y fuera, entre una organización y su público, con el fin de lograr objetivos específicos relativos al entendimiento mutuo”.

Para poder hacer realidad esta definición es necesario utilizar la investigación ya que para saber qué canal o técnica emplear, con el fin de producir una comunicación adecuada, es de suma importancia haber investigado en primera instancia. El hecho de conocer a los diferentes públicos, es decir, sus gustos, preferencias, percepciones, frustraciones, deseos, anhelos, etc, lleva al profesional por un camino que lo obliga a indagar cada uno de esos detalles que le permitirá analizar algunas tendencias y lo ayudará a predecir posibles consecuencias.

No solo la investigación radica en aquellos detalles sino que será vital en toda actividad y todo espacio en el que se mueva el relacionista público ya que los públicos son finalmente personas y cada una de ellas tiene complejidades que es necesario descifrar para la armonía mutua que intentamos crear con las organizaciones y, vale recalcar, el fin último de la actividad del profesional de esta disciplina.

Todo movimiento necesita de una planeación, una proyección, nada es dejado al azar. Se necesita un orden para que cada paso que se de se haga sin titubeos ni inseguridades. Porque para que todo este sin fin de recomendaciones puedan ejecutarse a cabalidad primero tuvo que ser necesario el hecho de investigar y de haberse informado para llevar a cabo las diferentes actividades. Por ello, como conclusión es determinante aseverar que sin esta herramienta no solo el profesional de las relaciones públicas queda desvalido sino que es igual para cualquier otra persona, por ende no podemos descartar esta apreciación o por lo menos tenerla siempre presente.

Y por último, llegamos a un punto en el que intervienen diversos factores y que hacen posible la correcta comunicación produciendo la llamada interacción tan deseada por todos los profesionales en comunicaciones. Para lograr este fin es necesario emplear las diversas técnicas y herramientas que García plantea en su libro resaltando la investigación, la observación y la ética. El relacionista es el mediador, el filtro de lo que se quiere dar a conocer una empresa hacia sus públicos y viceversa. El buen desempeño de éste definirá que tan bien, tanto público interno como externo perciba a cierta organización. Pero es necesario plantearse una interrogante: ¿En qué medida entra a tallar la ética personal y profesional en el ejercicio de las labores del relacionista?
Es una pregunta algo incómoda de plantear y de absolver. En muchas ocasiones los principios que envuelven a todas las actividades profesionales son soslayadas y dejadas de lado para cumplir “a cabalidad” con el deber. Mayormente este tipo de comportamiento se da en períodos de crisis porque, al fin y al cabo, los relacionistas son los que proyectan la imagen de la organización a la que representan y deben mostrar seguridad y conocimiento de lo que está ocurriendo para manejar el tema lo mejor posible.

El meollo del asunto radica en que, en ciertas ocasiones, no se está conforme con lo que uno tiene que proyectar porque a conciencia es inminente que el error se cometió o que se están minimizando las cosas a tal punto de hacerlas parecer demasiado irrelevantes. Es ahí donde la ética y los principios chocan con lo que, en ese momento, los gerentes esperan del profesional y se crea una disyuntiva. Claro está, que si la persona no tiene ningún tipo de escrúpulos este aspecto no será de suma importancia, pero obviando esa parte supongamos que sea todo lo contrario, pues veremos que sopesar estos dos factores en una balanza será muy difícil.

El resultado de tal medición dependerá de cada persona y es solo decisión personal el actuar de tal o cual manera. ¿Quién dijo que el trabajo de un relacionista era fácil?.

1 comentario:

  1. Mi magie!! primero en comentar tu blog.....se entiende ah!! bien florera eres...a kien me hace recordar? uhm creo q a mi xD ... love you!!

    ResponderEliminar